miércoles, 21 de marzo de 2012

Un aplauso para el asador.


El pasado domingo 11 de marzo, me levanté temprano. El sol brillaba con bastante intensidad desde las siete Am del nuevo horario.
Me encontraba en mi ciudad natal Juan Lacaze en el departamento de colonia. Me estaba quedando en lo de mi hermana quien casualmente estaba de paseo en Montevideo, junto a mi cuñado “el gordo” (amante de la comida tradicional uruguaya) y mi sobrinito Mateo de apenas 6 meses. Retornarían a Juan Lacaze al mediodía de ese mismo domingo.
Mi idea, la cual se me ocurrió el sábado por la noche en medio de una charla con amigos, era recibirlos con un jugoso asado bien a la uruguaya. Así que  apronté el mate y salí  hacia la carnicería, a ver qué  había para tirar a las brasas.
Termine comprando 5 kg de asado en tiras,  4 mollejas, una rueda de chorizo y 4 chinchulines. Para las once del mediodía ya tenía toda la carne en casa. Entonces recibí el llamado. Era mi hermana avisándome que mi primo de Brasil estaba en camino, junto a dos amigos brasileros. Por suerte había comprado  carne suficiente, seguramente llegarían con hambre.
Me dirigí al patio, tome unas leñas y comencé a encender el fuego en la churrasquera. Dejé la carne en la parrilla y entre a la cocina para preparar una ensalada rusa, el acompañamiento perfecto. 
Después de un rato, incluso antes de que llegaran los invitados, la comida estaba lista. Así fue como quedo: 



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